Terapia Familiar
El viaje de nuestra vida comienza con una relación muy estrecha con nuestros progenitores.
Cuando venimos al mundo dependemos de ellos en todo.
En nuestro viaje gracias a un paciente trabajo de la naturaleza y, sobre todo, de los cuidados que recibimos, vamos conquistando siempre mayor autonomía.
Se va desarrollando nuestra personalidad y junto con las experiencias que realizamos, vamos definiéndonos siempre más como personas al ir creciendo.
Para el cambio y la transformación
Lo que más necesitamos en la infancia es percibir amor, seguridad y atención en los momentos claves.
Esta es la labor fundamental de padres y madres, el don más maravilloso que una persona pueda recibir: crecer y aprender de la mano de sus hijos.
Los niños no son carentes, ellos requieren la necesaría predisposición para comprenderlos y ofrecerles las oportunidades para crecer y sentirse a gusto.
Así como también es necesario reequilibrar y orientarse de consecuencia con los cambios internos y externos que la vida nos propone. Crecer nuestra seguridad y transmitirla es la labor por parte de los adultos en el camino junto a sus hijos.
Creciendo juntos
La diferencia las puede marcar el amor, la atención y la seguridad que nosotros adultos somos capaces de ofrecer,
trabajando nuestra autoestima y redefiniendo nuestros objetivos de manera clara y participativa.
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